Esparducer Manzano
Atravesar el dolor
El sistema emocional humano no ha evolucionado a la misma velocidad que las sociedades en las que vivimos. Los mecanismos emocionales que nos protegen de los peligros responden ante los eventos sociales tal y como hacían hace miles de años en situaciones de adaptación básica. Así, el miedo que nos hacía huir ante el peligro de ser atacados por un depredador se desencadena en situaciones sociales cuando aspectos centrales de nuestra identidad o autoestima se ven amenazados. Y si el miedo es difuso porque sus causas no son fácilmente detectables y conlleva sensación de atrapamiento, se convierte en ansiedad.
A menudo se acercan por nuestra consulta personas con fuertes sensaciones de ansiedad que incluso pueden desencadenar ataques. Estos pueden consistir en una combinación de sensación de ahogo, respiración intensa (hiperventilación), palpitaciones y sensación de mareo, sensación de descontrol y la convicción profunda de que la persona se está muriendo en ese momento. Esta sintomatología física, descartados factores médicos y/o consumo de drogas, puede responder a una somatización (representación en el cuerpo) de la sensación de atrapamiento emocional que siente la persona. A veces sólo existe la sintomatología física, tal es el grado de desconexión entre la emoción y la conciencia. Pero el cuerpo habla. Y dice que hay dolor enquistado (sufrimiento) o miedo social y atrapamiento (ansiedad).
¿Cual es el mecanismo adaptativo que desencadena el miedo cunado un ser humano siente su integridad amenazada? pueden ser varios: la huída, la disociación (huída mental de la situación) o plantar cara. Habitualmente las personas huyen ante situaciones que les generan miedo. Y eso hacemos de manera bastante automática ante un peligro detectado, ya sea físico o social. Este comportamiento, cuando el miedo viene desencadenado por situaciones sociales, tiene su representación en la negación, o la táctica del avestruz. Encerramos ese miedo en un lugar escondido en nuestra conciencia o incluso en el inconsciente. Y así este miedo se convierte en ansiedad porque queda difuminado.
¿Cómo abordar la ansiedad? para la industria farmacéutica la manera principal de abordar el miedo y el dolor psicológico es con medicación, la cual es su negocio. E invierten en la promoción de psicofármacos muchos recursos. Pero estos tienen muchos problemas: no resuelven aquello que origina la sintomatología, crean dependencia, tienen múltiples efectos secundarios, no están pensados para ser medicaciones que se administren más allá de unos pocos meses y un largo etcétera. La Organización Mundial de la Salud prescribe la psicoterapia como tratamiento principal en el abordaje de los problemas psicológicos de la personas. Ciertamente, unos meses de ansiolíticos pueden ayudar en un primer momento a paliar sintomatología ansiosa o depresiva, aunque no suelen ser la solución, para poder empezar a trabajar a nivel de psicoterapia, en la que sí se abordarán los problemas nucleares de la persona.
El proceso psicoterapéutico es personal pero en este ámbito se podría esquematizar en unos pocos puntos a desarrollar a la medida del cliente: formulación de la demanda (qué quiere solucionar el cliente), detección y revelación de los miedos, dilemas y sufrimiento que arrastra y le provocan la sintomatología , dotación de significado y, a partir de ahí, comenzar el trabajo terapéutico de reconstrucción y afrontamiento del dolor ayudando al paciente a construir sus estrategias para abordarlo para luego atravesarlo e integrarlo. Esta última fase puede ser muy prolongada ya que la reconstrucción de los sistemas de significado y de ciertos aspectos de la identidad son lentos y a menudo están llenos de trabas. Pero muchos pacientes lo consiguen cada día, ganando en seguridad, sabiduría y paz. Porque en este proceso se aprende mucho sobre el ser humano, la propia naturaleza y cómo funcionamos. Y esto nos hace más dueños de nosotros mismos, más seguros, más valientes, más sinceros y más eficaces a la hora de afrontar las vicisitudes de la vida.
La psicoterapia en Esparducer-Manzano consiste, entre muchas otras cosas en llevar a la práctica esto que acabamos de explicar. Una paciente nuestra que se recuperó de una depresión aguda con episodios de disociación muy evidentes (hablaba sola sin darse cuenta) en terapia breve (16 sesiones en cinco meses) explicaba, a las preguntas de su hija enfermera sobre lo que se hace en psicoterapia: " pues no sé qué decirte: hablamos mucho. Me da deberes y hacemos ejercicios especiales. Me hace preguntas raras que nunca me he planteado y que me hacen pensar mucho. Lloro y lloro y ella no se asusta...me deja llorar....está tranquila. Y.... no sé, me entiende como nadie, me dice cosas que me ayudan y me voy sintiendo mejor. No sé qué hace ni cómo lo hace. Pero siento que han cambiado cosas dentro de mí, que me siento bien y eso me parece increíble. Yo sé lo que es estar mal: no tener ganas de salir, ir como un zombi todo el día, no arreglarme, estar muy triste, hecha polvo y con mucha ansiedad. Me ha ayudado mucho. Ella dice que yo he trabajado mucho. Le estoy muy agradecida. Nunca me imaginé que pudiese hacer tanto, y más estando tan mal...."
